Charles Darwin
SALGAMOS DEL DARWINISMO Olivia Judson. Publicado por el NY Times, julio 15 de 2008. Charles Darwin fue un gigante. Escribió Sobre el origen de las especies – que es uno de los libros más importantes que hayan sido escritos – en el cual él describe cómo funciona la selección natural y cuáles son algunas de sus consecuencias e implicancias. También escribió -y el listado no es exhaustivo- un tratado sobre la formación de las barreras de coral, al que todavía se considera correcto; una monografía sobre los percebes, tanto extintos como existentes; un libro sobre la forma en que las lombrices hacen suelos; un texto clásico sobre las plantas carnívoras (aquellas que, como la cazamoscas Venus, atraen y digieren insectos); un libro sobre las extraños mecanismos a los recurren las orquídeas para ser fertilizadas; y un relato de los cinco años que pasó a bordo del barco HMS Beagle, transformado en un clásico entre los libros de viaje. Como si no fuera poco lo anterior, planteó la selección sexual –la idea de los adornos y los ornamentos, ejemplo: colas de los pavos reales, evolucionan porque las hembras de muchas especies prefieren aparearse con los machos más bellos. La selección sexual se ha transformado, desde entonces, en un campo relevante de investigación por su propia importancia. Resumiendo, Darwin hizo mucho más que lo que la mayoría de nosotros lograría hacer en dos vidas. Pero su gigantismo ha tenido una extraña y problemática consecuencia. Es una tendencia a que todos lo cuestionen. “¿Por qué Darwin se equivocó respecto de X?”; “¿Estaba Darwin equivocado sobre Y?”; “¿Qué no sabía Darwin sobre Z?” –estos son encabezados comunes en diarios y revistas, tantos en temas de biología como de literatura general. Además existen estas palabras: Darwinismo (a veces utilizada con el prefijo “neo”), Darwinista (vale también el agregado), Darwiniano. ¿Por qué esto es un problema? Porque todo resulta groseramente engañoso. Se supone que Darwin fue el principio y el fin, el alfa y el omega de la evolución biológica y que el tema no ha variado mayormente en los 149 años transcurridos desde la publicación de Sobre el origen de las especies. Él no fue, y sí hubo cambios. Aun cuando muchas de sus ideas- selección natural y sexual entre ellas- permanecen como piedras fundamentales de la evolución biológica moderna, el conjunto se ha transformado en su totalidad. Si tuviésemos una máquina del tiempo y trasladásemos a Darwin al presente, éste habría de encontrar gran parte de la biología de la evolución ininteligible – por lo menos hasta que dispusiese de tiempo necesario para estudiar genética, estadística y computación. ¡Habría tanto para contarle! Una lista completa me demandaría semanas para escribirla. El tema obvio para empezar ha de ser los descubrimientos en genética, en especial el ADN. Tendríamos que explicarle que cada célula de un organismo contiene el código que describe la construcción del organismo, escrito en forma química –ADN- y que las fuerzas de la evolución están constantemente reescribiéndolo. En realidad, el estudio del ADN nos permite ver la acción de la selección natural considerando molécula por molécula. Podemos ver los genes sobre los cuales la selección natural actúa, tanto para impedir el cambio evolucionario, como para empujar el cambio o para que no tengan efecto alguno. Está, además, la fusión de la genética con la selección natural, que ha expandido ampliamente nuestra comprensión sobre cómo esta última puede trabajar. Por ejemplo, nos ha llevado a descubrir que no sólo forma individuos –el largo de un pico o el color de una aleta. También puede actuar sobre grupos familiares y así dirigir la evolución hacia la cooperación y otros comportamientos altruistas. La razón está en que el éxito de la evolución puede ser medido por el número de los genes con que un individuo contribuye a la siguiente generación. Quien muera sin reproducirse no tiene contribución directa alguna. Pero dado que los individuos tienen algunos genes en común con los miembros de su familia, pueden tener una contribución genética indirecta si los ayudan a reproducirse en lugar de ser ellos los que se reproducen. Esta “selección familiar” se piensa que ha contribuido a la evolución de los insectos que viven en sociedad –especialmente hormigas, abejas, avispas y termitas- donde sólo algunos miembros se reproducen y todo el resto cuida de las crías. Nos gustaría discutir la evolución mas allá de la selección natural –las otras fuerzas que a veces pueden causar (o prevenir) el cambio evolutivo. Aun cuando la selección natural es la única fuerza creativa en la evolución –la única que produce estructuras complejas tales como alas u ojos- no es la única fuerza que establece cuáles genes se distribuirán y cuáles han de desaparecer. Y…, y…, y… ¿Y qué entendería Darwin de todo esto? Pienso que su reacción sería una mixtura de satisfacción y asombro. Satisfacción: porque la selección natural se ha transformado en una idea muy poderosa, explicando un amplio rango de fenómenos. Asombro: por la misma razón. Estará, pienso, fascinado con la insólita historia natural que se ha descubierto en los pasados 150 años –casos como la Wolbachia, bacteria que modifica la reproducción de insectos buscando sus propios objetivos. (La Wolbachia puede tener varios efectos, pero uno de los más comunes es la de matar todos los descendientes machos de una hembra. La razón es que los machos no transmiten la Wolbachia, por lo que, para la bacteria, esto es una pérdida de espacio.) No creo que él se entretendría analizando las secuencias del ADN –pueden parecerle un tanto abstractas respecto del organismo vivo –pero se me hace que estaría encantado en conocer los resultados. Me parece que lo conmocionaría todo lo que conocemos de los llamados organismos modelos –gusanos, sapos, moscas de la fruta, ratas, seres humanos y la bacteria E.coli- y lo poco que sabemos sobre todo el resto. Y pienso que se asustaría por la naturaleza de la investigación científica –la escala de las empresas, el costo, las presiones para publicar y el grado de especialización resultante. Su clase de ciencia –pasó 20 años pensando antes de publicar- no tendría lugar en la actualidad. Pero estoy divagando. Retorno a mi argumento: quisiera abolir los insidiosos términos Darwinismo, Darwinista y Darwiniano. Estos sugieren una falsa estrechez del campo de la evolución biológica moderna, como si ésta fuera la creación de una única persona que vivió 150 años atrás, en lugar de un sujeto vasto, complejo y evolucionante, al que muchas otras grandes figuras han contribuido. (La ciencia estaría en un triste estado si un hombre, 150 años atrás, hubiese ya descubierto todo y no quedase nada más por decir). Si todo se enfoca en Darwin, de manera obsesiva, siempre preguntando si estaba en lo correcto en esto o en aquello, como si el descubrimiento de algo que él no pensó o no conoció descalifica o amenaza todo el emprendimiento de la evolución biológica de hoy. No es así. Es mi predicción que, en los años futuros, continuaremos refinando el conocimiento de la selección natural y descubriendo nuevos caminos para conformar genes y genomas. Dado que la información genética continúa inundando los bancos de datos, podremos preguntarnos sobre manejos detallados de la evolución, situación que no tenía respuesta anteriormente. Todavía en muchos casos –y en tanto se mantenga la forma actual de enseñar la biología- la evolución es únicamente la historia de Charles Darwin. Luego se da vuelta la página y todos se ponen a estudiar cómo funciona el corazón, cómo las plantas generan energía partiendo de la luz del sol , o algún otro aspecto. El concepto evolucionista unifica la biología, permitiendo plantear preguntas e investigar la gloriosa diversidad de la vida –que con lo anterior se ignora. Darwin fue un hombre excepcional y el principal fundador de la biología de la evolución. Pero la suya fue la primera afirmación sobre el tema, no la última. Llamar a la biología de la evolución “Darwinismo” y a la evolución por selección natural “Darwiniana” es como llamar a la ingeniería aeronáutica “Wrightismo” y “Wrightianos” a todos los vehículos voladores desarrollados según los planteos de los hermanos Wright, pioneros en esa actividad. El mejor tributo que podemos tener para con Darwin es de llamarlo fundador – y dejarlo allí. Muchas personas han tenido un –ismo agregado a su nombre. Muy pocas pueden decir, con la verdad, que han dado a luz un campo entero de la ciencia moderna. Notas: Un detalle completo del rango de actividades y logros de Darwin puede ser hallados en las varias biografías publicadas. Muchas de estas son culpables del esquema “ ¿Estaba Darwin equivocado?” y algunas de las mayores discusiones de la biología de la evolución moderna se han referido a la validez de la evolución “no Darwiniana”. Varios libros de cultura popular discuten temas de la moderna biología de la evolución; uno de los mejores es “Ancestor’s Tale”, de Richard Dawkins. Mucho se ha escrito sobre la matanza de machos de la Wolbachia, véase, por ejemplo, Jiggins, F. M., Hurst, G.D.D., Dolman, C.E. y Majerus, M.E.N. 2000. “High prevalence male-killing Wolbachia in butterfly Acraea encedana” Journal of Evolutionary Biology 13, 495-501. Este artículo ha sido inspirado (como otros muchos) en una conversación con Oliver Morton – muchas gracias, como siempre. Gracias también a Don Haydon, Gideon Lichfield, Dimitri Petrov, Daniel Richler y Jonathan Swire por clarificaciones, comentarios y sugerencias. Olivia Judson
Traducción: viejo lector
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