Nuestro apoyo a las tomas de los colegios en la Ciudad de Buenos Aires, posible lectura:"La Escuela de Noche" de Cortázar y sugerencias para descargar música y escribir una crónica.
"La destrucción de libros tiene una historia ya muy larga y ominosa como para ignorar que acompañó al hombre desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, la investigación sobre quema y destrucción de bibliotecas enteras es mucho más reciente y convoca debates y políticas de la memoria. Biblioclastía (Eudeba) es un valiosísimo volumen que reúne el esfuerzo colectivo por investigar en esta materia desde diferentes perspectivas, incluyendo diversos textos, ensayos y una obra de teatro."
Algo medio terrible en lo que pocas veces pensamos cuando llenamos una ficha de préstamo en una biblioteca:
"En Estados Unidos, tras el atentado a las Torres Gemelas, se sancionó el Acta Patriótica, que entre otras cosas vulneraba la confidencialidad de los lectores en sus consultas a las bibliotecas públicas. Los primeros en reaccionar fueron los bibliotecarios, auténticos disidentes en el uso de facultades constitucionales."
Afortunadamente en el Cono Sur ya pasó el tiempo de quemar libros, pero hay un nuevo peligro que está existiendo y es la superproducción de libros:
En México:
"Se están creando productos de corta duración y poca calidad a fin de que haya una rotación rápida de títulos, lo cual quita espacios a los que sepuede llamar literatura seria, incluyendo géneros desde la narrativa hasta el ensayo".
"El crecimiento del sector editorial es un fenómeno distorsionado por esa realidad de que el mercado lo que exige son libros de lectura rápida y fácil, lo cual posterga la circulación de libros que van a un público con necesidades diferentes".
"No hay un trabajo de diversificación, de exhibir fondos de editoriales independientes, de editoriales universitarias que tienen a veces cosas muybuenas. Creo que lo que hay es un embudo: se producen muchos libros y hay poca salida para esos libros"
"El libro argentino está pasando por un momento complejo desde el punto de vista del mercado y no creo que cambie en lo inmediato, por lo menos –dice Dal Masetto–. Las políticas editoriales no favorecen para nada al libro nacional y no porque no quieran, sino simplemente porque están implementadas así. Ya no existen las viejas y nobles editoriales que descubrían autores, los lanzaban y sostenían, las que ayudaron a que se conocieran los buenos autores que nosotros leemos ahora; han sido absorbidas por estas multinacionales cuyo único interés es el marketing.
Y entonces editan muchísimos títulos por mes, incluso por quincena, inundan las librerías, los libros duran muy poco, son reemplazados por otros y en general de muy mala calidad, aunque en esa avalancha también pasan algunos de los buenos, a los que no se diferencia en cuanto a tratamiento y duran poco en las mesas; por lo tanto enseguida pasan atrás, luego a las estanterías, luego al sótano y finalmente no sé a dónde van a parar.
Creo que los que sufren las peores experiencias con esta situación son los autores jóvenes, porque no tienen manera de filtrarse en las grandes editoriales que, en última instancia, dominan el mercado.
A un autor nuevo hay que lanzarlo, sostenerlo y esperar que se lo lea y se lo recomiende, y hoy se aplica una política de `venta rápida y olvido, venta rápida y olvido': una especie de supermercado editorial que va renovando la mercadería."
En otra entrada del blog al comentar sobre lo que sucede con las librerías en los shoppings (que no pueden pagar los aumentos de los alquileres) el dueño de la librería "Capítulo dos", comentaba:
"La luz amarilla se encendió; los alquileres se triplican en los centros comerciales, hay que achicarse o cerrar –aunque, paradójicamente, el mercado editorial se expanda y publique unos 20 mil títulos al año–, y donde antes había una librería ahora funcionará un local de ropa para adolescentes."
“Es cierto que se publican más libros, pero esos libros duran veinte o treinta días y después son reemplazados por otros. Muy pocos son los títulos que perduran”, sostiene Alejandro Pérez Morales. “Nosotros recibimos 300 novedades mensuales, y los libros que van a la estantería, que son los que más me interesa porque el fondo, lo que tenés en la estantería es lo que más vale, son cuatro o cinco. Los demás son devueltos y los editores los terminan liquidando a precios viles. Pueden editar, si quieren, cien mil títulos, pero el asunto es cuántos de esos libros perduran. Además, que se edite más no quiere decir que se lea más”, sugiere el librero
“Hoy cualquiera que quiera editar puede hacerlo, y me parece que las editoriales se están entrampando porque hay servicios de novedades hasta en enero, pero no hay mercado para eso”, plantea el dueño de Capítulo Dos. “Para tener este tipo de discusiones hay que correrse del bronce, porque si no parece que hay cosas que resultan antipáticas de decir. Si uno dice que se edita demasiado, alguien te puede replicar, pero ‘cómo, ¿vos no estás a favor de la bibliodiversidad?’. Que un libro se edite para estar veinte días en una librería y después terminar en un depósito no le sirve a nadie, menos al autor que quizá estuvo trabajando tres años en escribirlo. Un país que edita como mínimo veinte mil ejemplares por año, y va terminar teniendo menos librerías y de 80 metros cuadrados, que alguien me explique cómo harán los libreros para exhibir esos libros. No hay manera. Si estudiás el caso español, ocurre que hace años que se cierran librerías independientes o se achican. En España muchos editores te cuentan que los libreros les devuelven las cajas cerradas porque no tienen ni tiempo ni espacio para exhibir las novedades.”
Y por último está el pedido de Lindsay Water editor ejecutivo del área de humanidades de la Universidad de Harvard:
El gran desafío del futuro es publicar cada vez menos y con más criterio. Los árboles talados para lanzar tesis académicas que nadie leerá, nunca más.
En el libro, Waters, critica la obsesión de la universidad por la productividad, lo que ha provocado una avalancha de publicaciones de poca o ninguna importancia, además de atacar el conformismo y el corporativismo de sus pares....
Supongo que debería existir para ser coherente con las ideas de Waters.
En definitiva, si antes te quemaban los libros hoy estás inundado de ellos y no sabés cuál es el bueno y cuál el malo, o no tenés tiempo para saberlo.
Son otros tiempos, tal vez en lugar de Farenheit 451 deberíamos pensar en alguien que está lleno de libros pero no lee ninguno, por pereza o porque no sabe cuál es el bueno dentro de tantos.