Trataremos desde acá de lograr que la Real Academia Española le de otra acepción a la palabra "Quilombo". Dice la R.A.E.: (De or. africano). - m. Arg., Bol., Chile, Par. y Ur. prostíbulo.
- m. vulg. Arg., Bol., Hond., Par. y Ur. Lío, barullo, gresca, desorden.
- m. Ven. Lugar apartado y de difícil acceso, andurrial.
(Acá está la entrada a esa búsqueda en la página de la R.A.E.
Y no dice más nada...
Veamos el origen de la palabra: "Quilombo" es la palabra que los argentinos usaron para referirse a los prostíbulos, y que siguen usando para decir "desorden", "confusión". Es el resultado de una doble traducción malintencionada. "Quilombo" es una palabra africana que significa "comunidad"; fue empleada por los miembros de las comunidades de esclavos fugitivos en el interior del Nordeste brasileño. Para las burguesías de esclavistas, como la brasileña, o de traficantes de esclavos, como las de Buenos Aires y Montevideo, que los negros fueran libres y se autogobernaran era un escándalo, una verguenza, una infamia. Aplicaron por lo tanto la misma palabra para nombrar un establecimiento, el prostíbulo, que consideraban escandaloso, vergonzoso e infame. Aunque a él concurrían regularmente; la moral de la burguesía americana fue siempre doble: virtud pública y vicio privado. Y sobre el Quilombo más importante: Quilombo dos Palmares: Después de casi un siglo de sucesivos fracasos, el 20 de diciembre de 1695, una tropa mercenaria, contratada por la Corona portuguesa y los señores del azúcar de la entonces capitanía de Pernambuco, en el nordeste brasileño, aplastaban el último foco de la resistencia armada de los esclavos que pasaría a la historia como el Quilombo de Palmares. Su líder, conocido por el nombre de guerrero africano, Zumbi, fue muerto en un combate heroico y desigual. Su cadáver sería decapitado y su cabeza clavada en una estaca y exhibida en la plaza principal de Olinda, hasta descarnarse totalmente, para mostrar que el gran líder negro no era inmortal y aterrorizar a los esclavos y prevenir futuras rebeliones. La represión contra el Quilombo no se agotó con la muerte de Zumbi. La historiografía oficial procuró restar legitimidad histórica a la resistencia negra, con el argumento de salir victoriosos, los quilombolas habrían transformado a Brasil en otro Haití, o sea, liquidado la cultura europea, portuguesa, sustituyéndola por la barbarie africana y condenando al país a un atraso sin perpectivas de redención, concepción ésta que ignora el atraso nacional existente causado justamente por la predominancia y la larga supervivencia de la esclavitud:
"De todas las cuestiones, la más indiscutible es el relevante servicio prestado por las armas portuguesas y coloniales, destruyendo de una vez la mayor de las amenazas a la civilización del futuro pueblo brasileño, en ese nuevo Haití, refractario a todo progreso e inaccesible a toda civilización, que Palmares victorioso habría planteado en el corazón del Brasil" (Nina Rodríguez: 'Os africanos no Brasil'). En la década del 40, se inician en el Brasil los estudios dedicados a recuperar la verdad histórica sobre la esclavitud, la situación del negro y de sus luchas. Uno de los pioneros de este género de historiografía, Edison Carneiro, escribe el clásico 'O Quilombo dos Palmares' donde, por primera vez, es relatada la historia de la epopeya de los esclavos, sobre la base de una documentación rigurosa y un método científico. Escrito en pleno Estado Novo -que fue, entre otras cosas, un régimen de segregación racial- el libro es prohibido y su primera edición tiene que ser publicada en el extranjero.
En la década del 70, la lucha de los esclavos será estudiada por las tendencias nacionalistas y foquistas, que transforman a Zumbi en un símbolo de la resistencia nacional al imperialismo, de la misma manera que en otros países latinoamericanos lo fueron los líderes de las grandes rebeliones indígenas, como Tupac Amaru o Tupac Catari. Los historiadores de este período son Décio Freitas ('Palmares, la guerra de los esclavos') y Clovis Moura ('Quilombos y rebelión negra').
Según lo que leo en la página de la Real Academia Española son las Academias de la lengua de cada país asociada las que envían las nuevas acepciones o palabras nuevas que puedan incorporarse al diccionario. Las Academias que podrían enviar nuevas sugerencias son: Así que sugiera a la Academia de su país que le de una nueva acepción a la palabra Quilombo!!
Sobre los negros en la Argentina: "Es evidente que la cultura de la negritud está inserta en nuestra memoria colectiva, pero es transparente y no la podemos ver. Cuando leemos nuestra literatura gauchesca vemos que la payada era todo un símbolo del gauchaje, pero pocos notan que siempre, y digo siempre, son africanos que mantenían una antigua tradición de origen. Hasta Gabino Ezeiza -último de ellos que murió en 1916- era negro y descendiente directo de esclavo, ¿o quién payaba contra Martín Fierro?", remarca. Con una postura indecisa ante la igualdad racial dice el Martín Fierro: "Dios hizo el blanco y al negro sin declarar los mejores les mandó iguales dolores bajo una misma cruz; más también hizo la luz pa' distinguir los colores".
En 1878, el poeta afroporteño Casildo Thompson escribía: "ah maldito, maldito mil veces Seas blanco sin fe, tu cruel memoria Es eterno baldón para tu historia". Para 1880 había veinte diarios y revistas afros en Buenos Aires que se publicaban con bastante regularidad, aunque Lucio V. López, en su libro "La gran aldea", publicado en 1882, pinta un mundo totalmente blanco, donde hasta la mucama de la novela era una francesita que dio el mal paso al enamorarse de un mulato.
Próceres como Bartolomé Mitre o Domingo Faustino Sarmiento siguieron las constantes de su tiempo, "pensar el mundo en base a razas que se unen o se separan, se subordinan o luchan, superiores o inferiores; el concepto mismo de raza era parte indisoluble de su lectura del mundo", subraya Schavelzon.
Pero el arqueólogo e investigador del Conicet aclara que no se trata de críticas atemporales: "se trata de entender por qué un pueblo desapareció a la vista de otro, y nadie se dio cuenta".
Las hileras del terror
Desde su primera fundación Buenos Aires tuvo esclavos, traídos al continente americano por don Pedro de Mendoza. Y aunque durante los primeros cincuenta años vinieron en forma irregular, porque estaba prohibida la entrada por el puerto de esclavos africanos, en los dos siglos que siguieron su llegada fue algo habitual.
El número preciso de la población negra y de sus grupos mestizados es difícil de establecer, ya que ¿cuáles eran los límites precisos entre un africano puro, un moreno o un mulato, después de varias generaciones de intercambio étnico tanto con los indígenas como con la población criolla? En su libro "Arqueología de Buenos Aires", Daniel Schavelzon apunta que "para la segunda mitad del siglo XVIII la población de color representaba entre el 25 y el 30 por ciento de los habitantes urbanos. Hacía 1744 había en la ciudad de Buenos Aires, 1.150 negros, 330 mulatos y 221 pardos, haciendo un total de 16,91 por ciento; en 1778 había un total de 6.835 afroargentinos, incluyendo todos los grupos y haciendo un promedio del 28,38 por ciento".
De un estudio basado en el censo de 1774, "surge que el 37 por ciento de las familias urbanas tenía africanos en situación de esclavitud dedicados mayormente a las tareas domésticas. Un 52,10 por ciento no tenía más que uno o dos y un 11,8 por ciento, entre diez y veinte (Guerín y otros, 1988)", precisa Schávelzon.
Y en su libro "Buenos Aires negra", el arqueólogo señala que "al menos doscientos mil africanos murieron en los barracones de los mercados (llamados sutilmente `asientos'), unos diez mil de ellos a la espera de curarse y sobrevivir a las penurias del viaje, en el que murieron quizás otros veinte mil".
"De aquí -dice Schavelzon- salían enormes caravanas de gente encadenada que viajaba para ser vendida en Potosí, Córdoba, Tucumán o Santiago de Chile. Nadie los vio partir, nadie los oyó pasar; Hernandarias informó al rey que entre 1612 y 1615 -sólo tres años de esos tempranos tiempos- salieron desde la aldea que era Buenos Aires, 4.515 esclavos hacia el interior; eran más que caravanas, eran hileras de terror y muerte".
Hacia el interior
En la época colonial los edificios más grandes de la ciudad, denominados Compañías, "eufemismo para designar los asientos, es decir los mercados negreros", no se encontraban lejos aunque nadie los recuerda. El más cerca del centro, "lo que se llamó la Aduana Vieja", se encontraba en la esquina de Belgrano y Balcarce, de la actual Capital Federal, y los mercados y los grandes barracones estaban en Retiro y Lezama.
A finales del siglo XVIII, en el interior, "Tucumán tenía la friolera del 64 por ciento de pobladores afro; Santiago del Estero, 54 por ciento; Catamarca, 52 por ciento; Salta, 46 por ciento y Córdoba, 44 por ciento", contabiliza Schávelzon.
Los africanos que llegaron a territorio argentino "no traían consigo una única cultura y ni siquiera un idioma común que les sirviera para comunicarse entre los distintos grupos. Provenían en su mayoría de las zonas costeras o centro costeras de Africa, lo que estaba en relación con la época del año en que se los capturaba. Es por esto que la documentación histórica señala las diferencias entre los `congos' (de Camerún y Congo), los benguelas (de Angola), los cafres (de Mozambique y Madagascar), los mandingas (de Guinea), entre otros", especifica el arqueólogo.
En movimiento
Al contrario de lo que pasó en Brasil o los Estados Unidos, que los negros se incorporaron al sistema de plantaciones, en Argentina algunos fueron destinados a tareas agrícolas, pero la mayoría quedó en la ciudad "en carácter de siervos domésticos o trabajaron en talleres, en la construcción y hasta en artesanía y orfebrería".
Después de la desaparición abrupta de la comunidad afro-argentina, con las oleadas inmigratorias, "en la década del 40 y del 50 comienzan a llegar nuevamente como marineros, desde Cabo Verde, en Africa".
"Y ahora se esta formando una comunidad brasileña bastante grande. En la época de (Carlos) Menem, con la paridad cambiaria viajó mucha gente del sur de Brasil. Y antes con Alfonsín, llegaron algunos que trabajaban como cafeteros. También en el interior hay varias comunidades que se asumen como descendientes de los primeros negros", sintetizó Schávelzon.
Voces que no mueren
En el imaginario histórico de los porteños no quedó nada de su cultura material, "y lo que casi nadie se pregunta es por qué nuestro lenguaje -hoy en el siglo XXl- está plagado de términos africanos", dice el arqueólogo Daniel Schavelzon.
"La mujer es una `mina' (grupo étnico africano), la música popular urbana es el `tango' (de tangó, bailar, en Congo), los zapatos aún para algunos son los `tamangos', el servicio doméstico la `mucama' (por otro grupo étnico), el estómago de la vaca es el `mondongo' (grupo étnico Kumbundu; se les daba de comer a los esclavos), la sandía fue traída de Africa por esclavos en el siglo XVll y el `quilombo' es la palabra que en toda América indica los asentamientos de cimarrones (afros huidos al monte)".
"El nombre de la `banana' proviene de un pueblo en Mali, tenemos el pelo `mota', los ladrones van en `cafua' de donde los saca `mongo'; en la cancha de fútbol usan una `bengala'; y hay muchas más palabras del lunfardo como `tongo', o habituales como `ganga', `bochinche', `milonga', `zamba' y `mandinga', del mismo origen".
Excelente página de la BBC en español sobre los 200 años de la abolición de la esclavitud en Inglaterra.
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