"En septiembre de 1832, durante el primer año de su misión, el Beagle ancló cerca de Bahía Blanca, una población en la cabeza de una bahía a unos 650 kilómetros al suroeste de Buenos Aires. Cierto general Rosas libraba una guerra genocida contra los indios y Bahía Blanca se mantenía como un puesto de avanzada fortificado, principalmente ocupado por soldados"
Respuesta de Julio A. a esta afirmación:
La calificación de "genocida" a Rosas es excesiva, producto de la ligereza de los autores y de la ignorancia de las condiciones históricas en la Argentina. La época de la llegada de Darwin a la Argentina fueron como casi todo el siglo XIX, de suma turbulencia política de guerras civiles encarnizadas y sin cuartel. En el caso especial de la frontera sur, se agregaba el problema del indio. Siempre hubo conflictos con los naturales, y Juan Manuel de Rosas mismo se crió en ese ambiente. Uno de sus tíos murió en una emboscada de los indios pampas. El aborigen de la Pampa adoptó de los españoles el caballo, que lo liberó de las lentas marchas a pie y le proveyó de alimento fácil, con los ganados vacunos, caballares y ovinos de las estancias. También desarrollaron nuevas tácticas de guerra, con la adopción de guerra de movimientos, con dispersión en pequeños grupos y luego concentración sorpresiva en masas de miles de jinetes. Esta guerra de malones era cruel: robaban todo lo que pudiesen, masacraban a los hombres y llevaban cautivas a las mujeres y a los niños. Los cuerpos guerreros indígenas intervinieron en casi todas las guerras civiles, y no eran indios solo de la Pampa: en la batalla del Puente de Márquez (1829), la caballería porteña fue arrollada por los jinetes mocovíes (chaqueños) que traía el gobernador santafesino Juan Estanislao López. Medio siglo más tarde, en la batalla de "La Verde", entre mitristas y sarmientistas, donde es muerto el abuelo de Borges, el coronel Francisco Borges, había "auxiliares" (un eufemismo para ocultar que eran "indios") en ambos bandos. El hecho fue que capturaron a Cipriano Catriel (hermano de Curiecú, Juan José Catriel), quien combatió en el bando mitrista. Luego, los vencedores, en un acto traidor e innoble, lo entregaron a sus propios "auxiliares" (otros indios, aliados al bando vencedor y enemigos de los Catriel), que lo mataron con terribles tormentos. Por otra parte, los "huincas" (así llamaban a los blancos, los indios de la pampa) también se metían en las guerras civiles de los indios. Y había indios que se pasaban a los huincas y blancos que se pasaban a los indios. Un caso interesante es el coronel Baigorria, un puntano de San Luis que, para salvar su vida (su bando perdió en la contienda interna), y librarse del seguro degüello, escapó al desierto y vivió más de veinte años entre los ranqueles. Con el tiempo, no solo llegó a ser un capitán respetado por los indios sino que también tenía un gusto particular: siempre les pedía a los indios que iban a maloquear a las poblaciones blancas, que le traigan libros. Convengamos que este prohombre tiene los méritos suficientes para que lo consideremos un prócer de "LIBROS GRATIS", aunque sus procedimientos creo que están fuera de época en los tiempos actuales. Escribió el Coronel Baigorria, a su regreso a los "huincas", sus "Memorias", que son interesantísimas. Tan es así, que presté el libro y no lo volví a ver. No fue a un malón, fue a un amigo. Para no extenderme, vemos que las formas de guerra en la Pampa no fueron nada civilizadas. Lo natural es que en la guerra de la pampa, ya sea blanco contra blanco, blanco contra indio o indio contra indio, no se tomasen prisioneros, y no lo hacían salvo en contadas ocasiones y, en general, por algún interés particular. Como sea el intercambio de hombres principales, niños y mujeres, por rescate en dinero o mercadería o de prisioneros mutuos. El asunto es que el jovencísimo Darwin, con sus apenas 23 años, estudiante de una universidad inglesa y candidato a pastor anglicano, llegó al campamento de Rosas, cuando este había ordenado la ejecución por degüello de los prisioneros. Y, como es natural, lo horrorizó. Luego, tuvo otros encuentros con el brigadier Rosas, y éste no solo le dio un salvo conducto, sino que le proporcionó una custodia de gauchos enrolados. Ese viaje a caballo por la llanura sin fin, fue inolvidable para el jóven naturalista inglés. Las observaciones de Darwin en su diario son reveladoras y tuvo siempre una gran admiración por el gaucho, el criollo de la pampa.Asi lo describió Darwin: "Durante los últimos seis meses, he tenido lo oportunidad de apreciar en algo la manera de ser de los habitantes de estas provincias [del Plata]. Los gauchos u hombres de campo son muy superiores a los que residen en las ciudades.
El gaucho es invariablemente muy servicial, cortés y hospitalario. No me he encontrado con un solo ejemplo de falta de cortesía u hospitalidad. Es modesto, se respeta y respeta al país, pero es también un personaje con energía y audacia."
En otras líneas de sus diarios, lo consideraba al gaucho un "gentleman" (textual y viniendo de un inglés ...). Ya anciano, poco antes de su muerte, le preguntaron a Charles Darwin, cuando fue más feliz en su vida. Su respuesta sorprendió: Nunca olvidó los días de su viaje por la Pampa, a caballo, con un puñado de jinetes, desde las salinas de Carhué hasta Buenos Aires. Fueron esos sus días de libertad, lejos de las órdenes de un capitán, de todo soberano, de toda ley, de toda sociedad represiva, librados a sus fuerzas, señores de toda la pampa, desde la monta de un buen caballo. Es lo que experimentaban muchos europeos y argentinos (para mí Guillermo E. Hudson, es argentino) en nuestro país.Pero no hay que engañarse, esos "gentlemen" de Darwin, los gauchos, eran también bravos soldados, duros para sobrevivir y también, crueles con sus prisioneros. Es inútil que tratemos de esconder la realidad de una época bravía, no apta para espíritus delicados. En ese ambiente, la "selección natural" eliminaba rápido a los blandos. Fueron los "Pampas", los indios jinetes de la llanura, los maestros de quienes aprendió Rosas, como todos los otros en las milicias argentinas, las artes de guerra en la llanura. Y no creo que sea correcto calificarlo de genocida: no tengo pruebas, pero sospecho que los degolladores de indios en las Salinas pueden muy bien, haber sido otros indígenas, de los que acompañaron a Rosas en la campaña de 1832 -1833. Las "guerras fratricidas" no eran exclusividad de los "huincas". Y los ejemplos de matanzas entre indios, eran abundantes.
Julio AA de Antirrosista
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