Cuando busqué algo sobre el porqué del proceso a sitios que contenían libros de Derrida y Heidegger me encontré con la vieja noticia de la ley que pretendía crear el ¨Instituto del Libro¨ en la Argentina.
Encontré la entrada de dos diarios, ambos conservadores que me llamaron la atención, por un lado La Nación:
"El debate está al rojo vivo. El alerta de la industria editorial se funda en el tratamiento en la Comisión de Cultura de Diputados, presidida por el diputado oficialista Jorge Coscia (Frente para la Victoria), del proyecto que crea el Instituto Nacional del Libro Argentino, cuya finalidad es desarrollar una política de fomento del libro y de promoción de los escritores locales en el mercado exterior."
Cuando leo quién apoya y quién no la medida me encuentro:
"Los unos y los otros Reunidos por LA NACION, los editores Javier López Llovet (Sudamericana), Roberto Lightowler (Planeta), Fernando Esteves (Alfaguara), Mariano Roca (Tusquets), Trini Vergara (Vergara & Riba Editoras) y Miguel Balaguer (Bajo la Luna) dicen que lo que falta en el país "son políticas públicas para el sector. Estamos de acuerdo con la desgravación del IVA, pero no creemos que el Instituto sea el mecanismo adecuado para una política de fomento del libro y autores argentinos en el exterior. Crear un impuesto al libro va a contramano del mundo. Y afecta a distribuidores y libreros". Dicen los editores que la norma es "estalinista, regulatoria y anacrónica", y que "crea un organismo burocrático. No está claro qué es el libro argentino: si es el que se produce en el país, entonces ¿una edición española de Borges no tendrá promoción?" Agregan que la única manera de fomentar el crecimiento del sector es fijar políticas de Estado "para que la gente lea y eliminar las retenciones a las exportaciones, porque el país está en un momento óptimo para exportar libros". Además, niegan que la existencia del Instituto pueda favorecer la traducción de autores argentinos al exterior y la compra de derechos de autores extranjeros. Para Levin, el proyecto es oportuno porque promueve una discusión sobre la necesidad de políticas de promoción del libro argentino, políticas que el gobierno español, por ejemplo, entendió hace tiempo. "En España, cuya industria siempre miramos, existió un Instituto del Libro, que luego se sustituyó por otros organismos, y existen políticas de promoción. Hace dos semanas se presentó un nuevo proyecto de ley del libro para discutir desde el precio de venta hasta créditos y nuevas desgravaciones. Nosotros acá las vemos pasar. Las editoriales grandes no necesitan ayuda para estar en el mercado internacional, pero hay sellos chiquitos que sí la precisan. Es injusto rechazar un proyecto sin sentarse a discutirlo." Dice Levin que los críticos "no se han sentado a hacer sus números, porque entenderían que con la ley tendrían un 4% más de beneficio". Advierte sobre el peligro de rechazar la propuesta en un país donde las iniciativas de leyes culturales no abundan. "Es falso que un aporte del 1% encarecerá el precio de tapa. Esta ley busca beneficiar a la industria, no perjudicarla". Admite que "el proyecto es perfectible en la aplicación concreta del fondo de fomento y en la definición concreta de libro argentino, entre otros aspectos", aunque lo relativo "a la conducción del Instituto será más complejo de debatir". Vale decir, el Poder Ejecutivo no cederá fácilmente el control político. Coscia, que fue presidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, defiende que la existencia de una réplica para el libro beneficiará el sector y aumentará la producción. "Sin el Incaa no habría cine argentino", dice. Los editores críticos replican que la diferencia es que en el cine hay una industria dominante externa que no da empleo en el país. Coscia agrega: "No legislo para las corporaciones, sino para toda la sociedad". Levin afirma que "lo curioso es que los críticos de la iniciativa porque el Estado interviene no lo dicen cuando el Estado compra libros de texto. No pretendemos hacer la revolución Yo soy un empresario con 120 empleados que está trabajando para perfeccionar un proyecto que nos beneficia a todos"."
Todo el artículo del diario La Nación
En otro diario, La Voz, encuentro:
"El sector editorial, dividido. Editoriales de capitales extranjeros, como Grupo Santillana, Planeta y Sudamericana, junto con sellos medianos y pequeños, como Tusquets, Katz, y Vergara &, agrupados en la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), rechazan el proyecto de ley suscripto por Coscia. Según Alberto Mateu, representante de Editorial Planeta en Córdoba, la CAP “está a favor de una política de Estado para el fomento del libro y la lectura, pero el Inla estaría por fuera del estado, lo que hace que ante cualquier anomalía en el instituto, el estado no sea responsable y tampoco lo sea del manejo de sus fondos”.
En el otro rincón, sellos como Ediciones de la Flor, Losada y otros agrupados en la Cámara Argentina del Libro (CAL) respaldan la creación del Instituto del Libro. Hace unas semanas, el presidente de la CAL, Hugo Levin, dijo al diario La Nación que “las editoriales grandes no necesitan ayuda para estar en el mercado internacional, pero hay sellos chiquitos que sí la precisan. Es injusto rechazar un proyecto sin sentarse a discutirlo”.
Para Coscia, “todos los libros son buenos, y todas las editoriales son bienvenidas, pero es cierto que un país es mucho más soberano en materia cultural cuando los contenidos y las traducciones se definen en ese mismo país”. Según el diputado oficialista, la discusión sobre este proyecto es una cuestión de soberanía cultural: “Las editoriales extranjeras son el fruto de políticas de Estado activas, como las que yo propongo. Se han hecho fuertes porque han tenido un activo apoyo de sus Estados: a veces resulta paradójico que quienes son hijos de políticas de Estado extranjeras se opongan a políticas de Estado argentinas”.
En ese sentido, Coscia opina que la tensión con las grandes empresas no tiene que ver con el negocio: “Tiene que ver con el poder: El Inla va ayudar a que los argentinos seamos más soberanos en materia editorial".
Sin embargo la CAP opina que, en palabras de Alberto Mateu, “el Inla no fomenta al autor ni al libro argentino, sino a la industria gráfica, al poner el acento en la oferta (editar libros) en vez de mejorar la demanda, a través de planes nacionales de fomento de la lectura". "Todo el artículo del diario La Voz Lo que dice el diario La Nación sobre empresas que se benefician con políticas del Estado cuando compran textos para el colegio está implícitamente dedicado a Santillana que ahora se queja del Estado...
Por lo que estuve viendo los libros de Derrida son importados, de ahí su precio. Pero bueno, la CAL tendrá que ver cuáles son sus apoyos.
¿Alguien sabe qué pasó con lo del Instituto del Libro?
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