Fotos del Planetario de la Ciudad de Buenos Aires y de la obra de teatro Galileo Galilei de Bertold Brecht
Por Julio Argentino.
En Buenos Aires, se está representando “Galileo”, el drama de Bertolt Brecht, al aire libre, todos los sábados de abril por la noche, detrás del singular Planetario de Buenos Aires.
Había algo mágico en la noche del sábado pasado, 11 de abril de 2009. Era la noche del sabbath después de Pesaj, y el preludio del amanecer del Domingo de Pascua de Resurrección. El ambiente era de la oscuridad profunda en el bosque de Palermo, cuando la luna ya estaba sobre las copas de los árboles. Las luces del Planetario diseñaban una nave espacial de eterno amarre a ese sitio, que jamás partirá.
La puesta corresponde a la compañía de teatro callejero “La Runfla”: un grupo de actores, jóvenes en su mayoría, que tienen su reducto principal en el Parque Avellaneda, en el barrio de Floresta, en Buenos Aires. Llevan muchos años en esta labor y se evidencia en la prolijidad de la función, a sabiendas el teatro callejero se caracteriza por la espontaneidad y la improvisación. La palabra “runfla” es del lunfardo porteño y significa “grupo de personas de baja calaña o desordenada”. En modo alguno, “runfla” es elogiosa, sino más bien despectiva, pero esos modos de autodenominarse son parte de los típicos juegos irónicos del porteño. En esta oportunidad, la compañía “La Runfla” se mudó de plaza, del parque Avellaneda a los bosques de Palermo.
La obra Galileo Galilei, así como es representada por este grupo, tiene sus diferencias con el original brechtiano. La primera diferencia es como que la debieron recortar en su extensión. De las más de tres horas y media a unas austeras dos horas. Algo puede ser reprochado y es la ausencia de varios parlamentos, pero en definitiva, va en el criterio personal y también creo que no tenían otra escapatoria los teatristas callejeros: su ámbito de representación es en la calle, o en una plaza, al aire libre. El original, representado, en esos ámbitos, sin adaptaciones, puede ser soporífero y, en las escenificaciones al aire libre, la libertad de irse es absoluta: con solo girar y comenzar a caminar, alejándose, ya se emite una opinión activa. Si la puesta no es atractiva, el resultado será un vacío de público en el campo. Algo que puede ser devastador para los ánimos de los actores.
Esta representación de Galileo tiene su originalidad principal en la adaptación. También la escueta escenografía, el vestuario, las voces, la gesticulación exagerada, las máscaras. Todo debe atraer: fuera de las paredes del teatro, sin ese ámbito de contención natural, hay también numerosas fuentes de distracción y fastidio: los ruidos ajenos, el tránsito en la avenida Sarmiento, las voces de los espectadores y de vez en cuando, el comentario de alguno de los chicos que merodean con sus familias. A esto se agregan cinco movimientos del público, con o sin sillas de escenario en escenario.
Creo que la obra debe verse. El lugar posee la magia nocturna de un bosque de cuentos en una noche especial. Se agrega la silueta del Planetario, punteada de luz, como una nave espacial a punto de partir.
Las representaciones son gratuitas para el público. El lugar es detrás del Planetario, con las sillas del parque público. Se representará el próximo sábado, mañana a las 21:30. La última función será el 25 de abril. Es una buena oportunidad para obtener fotos originales. Si alguien puede, trate de sacar mejores fotos que las mías, porque la cámara de mi celular tiene serias limitaciones.
La entrada es libre. La puesta fue gracias a aportes del Instituto Nacional del Teatro y al Gobierno de la Ciudad (“…” la línea de puntos contiene un comentario mordaz, tan mío como autorreprimido). Aquellos que viven en Buenos Aires y sus aledaños, aprovechen que la luna estará en cuarto menguante, no creo que llueva y las noches de otoño no son frías todavía.
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