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“Cuando salís a buscar hongos realmente estás mirando a la Tierra y eso
me hizo pensar en cómo la naturaleza puede instruirnos si le prestamos
atención. Lo único que tenemos que hacer es mirar”, asegura el cineasta.
En la película se ven, precisamente, los usos gastronómicos,
medicinales, psicodélicos y para beneficiar al medio ambiente que pueden
dárseles a los hongos. “Ellos sostienen al planeta”, afirma Mann. “Les
proveen nutrientes a los árboles y ahora se los usa para limpiar áreas
con derrames de combustibles. Y es muy profundo el uso de hongos
medicinales: no tenía la menor idea de que hace cientos de años que los
indígenas los usaban con esos fines, o que hay hongos que son
inhibidores del cáncer. En Europa y Asia es bastante común que las
familias salgan a recoger hongos, eso se pasa a través de las
generaciones. No para nosotros: a mí me decían que jamás se me ocurriera
comer un hongo. De hecho, cuando era chico sacaba los hongos que venían
en la pizza, pensaba que eran una especie de yuyo. Incluso vi una
película del ciclo televisivo Alfred Hitchcock presenta sobre un chico
que criaba hongos en su sótano y crecían tanto que dominaban al planeta.
Se nos hacía temer a los hongos, se nos decía que eran peligrosos,
raros. Los únicos hongos que pueden conseguirse hoy son los que hay en
el mercado, que vienen todos en el mismo paquete de plástico y están
llenos de pesticidas. Por eso creo que en Estados Unidos y Canadá hay
una especie de hongofobia."