Nuestro apoyo a las tomas de los colegios en la Ciudad de Buenos Aires, posible lectura:"La Escuela de Noche" de Cortázar y sugerencias para descargar música y escribir una crónica.
En caída libre Walter White (Bryan Cranston) es un profesor de química que ama su profesión pero carece de todo carisma para interesar a sus alumnos. La historia comienza cuando White se entera de que tiene un cáncer de pulmón en estado terminal. Algo se quiebra dentro de él, y no sólo su esperanza de vida. El hombre tiene familia, su mujer está embarazada, su carrera como docente ha sido mediocre, y ahora, para colmo, se va a morir. Todo esto transmite la expresión de su cara, sin necesidad de palabras. Esta no es una tira argentina, donde los personajes no hacen otra cosa más que explicar lo que hacen a cada momento y por qué.
El relato es de una crudeza extrema, con una estética nada complaciente, más bien despiadada. White decide asociarse con Jesse (Aaron Paul), el peor de sus alumnos: adicto y traficante. White es químico, sabe cómo “cocinar” droga, y Jesse conoce el negocio como para colocarla en el mercado. Van a fabricar metanfetamina; la fórmula (C10H15N) aparece rutilante en los títulos de apertura.
Breaking bad, así se llama la tira, podría traducirse como “irse al demonio”, o la versión de esta idea que uno dice mentalmente pero no pone por escrito. Tiene un estilo que trasciende la frontera del humor negro y toca la crueldad. White no es un marginal producto de una infancia desgraciada, no es un delincuente profesional de maldad intrínseca. Es un hombre cualquiera que no tiene nada que perder y rompe sus códigos. O los cambia por otros. Y en esta mutación encuentra una intensidad vital que no conoció en toda su desabrida vida anterior. Esta es la profunda inmoralidad de la tira, la clave de su seducción.
Breaking bad es una creación de Vince Gilligan, responsable también de la serie X-Files. Va por AXN, los jueves a las 21. Repite los domingos a la misma hora.