Nuestro apoyo a las tomas de los colegios en la Ciudad de Buenos Aires, posible lectura:"La Escuela de Noche" de Cortázar y sugerencias para descargar música y escribir una crónica.
Bueno, se acabó el mundial y como el blog se llama "LibrosG" habría que poner algo más sobre libros también....
Aprovecho y les dejo dos enlaces sobre reseñas y críticas de algunos autores:
Leopold Perutz
Sobre Leopold Perutz:
"Leopold Perutz, descendiente de judíos españoles, nació en Praga en 1882, un año antes que Kafka. Ambos trabajaron como empleados de la Assicurazioni Generali a partir de octubre de 1907, aunque Perutz lo hizo en la sucursal de la empresa en Trieste y en carácter de actuario, ya que era un destacado matemático. Con el tiempo, Perutz se transformó en vienés, en asiduo concurrente de los cafés y en escritor. Su carrera incluye quince novelas además de relatos y obras de teatro. La anexión de Austria al Tercer Reich lo obligó a emigrar a Palestina, de donde volvió desencantado ante la expulsión de los árabes por parte de los judíos. “No sirvo a ningún príncipe, y no pertenezco a ninguna ciudad, ningún país, ningún reino”, le haría decir Perutz a da Vinci en El Judas de Leonardo, terminada pocos días antes de morir en 1957. Perutz había sido un escritor popular antes de la guerra, pero después de ella su nombre fue cayendo en el olvido salvo en Buenos Aires, donde el elogio de Borges facilitó la publicación de algunos de sus libros."
El auge mundial del policial nórdico acaba de sacar del olvido la original experiencia de una pareja de escritores suecos. Marido y mujer escribieron más de diez títulos juntos, centrados en una fuerte crítica social al Estado de bienestar.
“Usar la novela policial como un escalpelo abriendo el vientre de un ideológicamente pauperizado y moralmente debatible Estado de bienestar de tipo burgués.” Así es como el escritor sueco Per Wahloo solía resumir las intenciones detrás de la saga de diez libros que, entre 1965 y 1975, escribió junto a su mujer Maj Sjowall. Uno por año, todos de treinta capítulos, pautados previamente entre los dos, luego redactados consecutivamente por uno y otro, y finalmente revisados, corregidos y editados en conjunto. No debe haber muchos antecedentes de libros escritos a cuatro manos, y mucho menos por parte de una pareja de escritores, que aseguraban dedicarse a escribir sus novelas centradas en crímenes por las noches, luego de acostar a sus hijos.
Periodistas antes de dedicarse a los policiales, Wahloo y Sjowall investigaban escrupulosamente cada una de las tramas de sus historias, que en su momento alcanzaron una cierta fama que atravesó las fronteras suecas, llegando incluso a merecer una adaptación cinematográfica norteamericana, titulada Asesinato en masa (1973) y protagonizada por Walter Matthau. Pero terminaron cayendo en un irremediable olvido, del que los ha sacado el sorpresivo éxito mundial del policial nórdico, cuyos principales y más interesantes referentes –desde su coterráneo Henning Mankell hasta el islandés Arnaldur Indridason– han venido asegurando a quien quiera escucharlos que la obra de esta pareja de escritores supo ser su principal inspiración. Algo que se hace evidente al leer Roseanna, que a casi medio siglo de su publicación original sigue siendo un libro fascinante.
En caída libre Walter White (Bryan Cranston) es un profesor de química que ama su profesión pero carece de todo carisma para interesar a sus alumnos. La historia comienza cuando White se entera de que tiene un cáncer de pulmón en estado terminal. Algo se quiebra dentro de él, y no sólo su esperanza de vida. El hombre tiene familia, su mujer está embarazada, su carrera como docente ha sido mediocre, y ahora, para colmo, se va a morir. Todo esto transmite la expresión de su cara, sin necesidad de palabras. Esta no es una tira argentina, donde los personajes no hacen otra cosa más que explicar lo que hacen a cada momento y por qué.
El relato es de una crudeza extrema, con una estética nada complaciente, más bien despiadada. White decide asociarse con Jesse (Aaron Paul), el peor de sus alumnos: adicto y traficante. White es químico, sabe cómo “cocinar” droga, y Jesse conoce el negocio como para colocarla en el mercado. Van a fabricar metanfetamina; la fórmula (C10H15N) aparece rutilante en los títulos de apertura.
Breaking bad, así se llama la tira, podría traducirse como “irse al demonio”, o la versión de esta idea que uno dice mentalmente pero no pone por escrito. Tiene un estilo que trasciende la frontera del humor negro y toca la crueldad. White no es un marginal producto de una infancia desgraciada, no es un delincuente profesional de maldad intrínseca. Es un hombre cualquiera que no tiene nada que perder y rompe sus códigos. O los cambia por otros. Y en esta mutación encuentra una intensidad vital que no conoció en toda su desabrida vida anterior. Esta es la profunda inmoralidad de la tira, la clave de su seducción.
Breaking bad es una creación de Vince Gilligan, responsable también de la serie X-Files. Va por AXN, los jueves a las 21. Repite los domingos a la misma hora.
Hay una Novela Gráfica, una comic que se llama Logicomix-una búsqueda épica de la verdad. :
"Este no es un cómic sobre lógica ni sobre matemática, es una historia. Narra (imprecisamente) la vida y obra de Bertrand Russell, cruzandose en el camino con: Gottlob Frege, Georg Cantor, Henri Poincaré, David Hilbert, Alfred Whitehead, Ludwig Wittgenstein, Kurt Gödel y varios mas. A mi me gustó mucho, supongo que a cualquier persona que sea medianamente apasionado sobre el tema le va a interesar. Aún a alguien que no tenga idea no se va a perder de nada, no se detiene demasiado a hablar de lógica, ni de matemática, ni teoría de conjuntos, etc. porque no trata de eso el comic, sino de la vida misma de un genio como Russel"
No se si se editó en español, es una pena si no lo hicieron.
"Además de la matemática, explicada de forma magistral, está el origen de la misma en las mentes de las personas, y, especialmente, como las teorías nacen de la irracionalidad y, muchas veces, de la locura de las personas, hasta el punto que no se puede decir que sea casualidad, sino que hay una alta correlación entre una mente enferma y una comprensión excepcional de la matemática. Los autores se toman unas cuantas licencias literarias, pero en general es bastante fiel a la verdad, y resulta curioso ver a Hilbert, Wittgenstein, Von Neumann y a otros muchos pasearse por sus páginas, como si de Batman se tratara, en una búsqueda del santo grial, que es la verdad matemática. "